El servicio de Compliance ahorra costes y nos previene del riego de incumplimiento normativo. Pero este servicio ya no es cosa únicamente de grandes empresas, sino también de las pequeñas y, como sostiene Concepción Campos Acuña –doctora en derecho–, del sector público.
Las políticas del Compliance Officer
Las políticas asociadas a la función del Compliance Officer son un servicio por el que, de algún modo, la empresa se cura en salud mediante la prevención de riesgos legales o de incumplimiento normativo.
Tener un programa de Compliance no es una moda pasajera, es una necesidad de supervivencia. Voces autorizadas como la del ex-fiscal Juan del Moral (hoy jefe del servicio jurídico del CorteIngles) lo señalan con total rotundidad.
El error de muchos empresarios
La tónica habitual es pensar que nada malo puede suceder. Error.
Tampoco se trata de llevar la Ley de Murphy al extremo; sin embargo, en esencia, la finalidad del Compliance es detectar los problemas (o incluso anticiparlos) y actuar con la mayor celeridad.
Responsabilidad Social
El Compliance supone –aparte de un compromiso con la propia empresa– una responsabilidad con la Sociedad; la experiencia nos demuestra que, al final, ésta premia a las compañías que lo valoran.
Más allá del ámbito estrictamente legal
Las líneas marcadas por el Compliance Officer van más allá de un ámbito estrictamente jurídico; existe la obligación de cumplir con un código ético, lo cual, a la postre, supondrá un activo más para la empresa.
Nos previene de la mala imagen
Estamos acostumbrados a ver en los medios –casi a diario– cómo desfilan los directivos y responsables de las distintas organizaciones por los juzgados, especialmente cuando aparece un asunto de naturaleza delictiva relacionado con la entidad involucrada.
Ése simple hecho tiene un coste reputacional que daña la imagen, y que podría haberse evitado, perfectamente, con un servicio de Compliance apropiado. Y es que, al final, responsabilidad y prestigio van de la mano… siempre.