
Es conocido que los intermediarios incluidos en nuestro Sistema Financiero proveen a la empresa mercantil de la generalidad de sus servicios de crédito y préstamo. Pero lo que quizás no sea tan conocido es que dentro de aquel existen unas Instituciones —los llamados Bancos Industriales o de Negocios y las nuevas entidades financieras especializadas—, que se desarrollaron a partir de la reforma de 1962 y que, aunque hoy tienen unas modalidades de actuación similares a las atribuidas a la banca comercial, se introdujeron progresivamente en una serie de servicios cuyo conocimiento puede resultarnos del mayor interés. Entre otros, destacan los que siguen:
— Colaboración en la salida de las empresas para la negociación de su capital en los mercados de valores.
— Cuasi-especialización en la financiación de actividades a medio y largo plazo.
— Promoción de nuevas empresas o fortalecimiento de las que ya existen, especialmente las, especialmente las incluidas en los sectores industrial y de servicios.
— Asesoramiento, colocación de emisiones y, en general, tutela en las operaciones de acceso al mercado de capitales.
— Toma de participaciones empresariales, generalmente encaminadas hacia:
- sectores de desarrollo;
- sectores derivados de la energía, la informática, transportes, comunicación, etc.;
- actividades que pueden generar un efecto multiplicador y de crecimiento de actividades conexas, de comercio exterior, o sencillamente, que les permita obtener un negocio inducido.
— Actividades de asesoramiento financiero, colocación de excedentes de tesorería…
— Financiación de asistencia técnica económica, organizativa o comercial.
— Cooperación la apertura de nuevos mercados o clientes, nacionales o extranjeros, a través de sus relaciones financieras internacionales.
— Asesoramiento en actividades de absorción, reconversión industrial, fusiones, ventas y compras de empresas.
— Actividades de «project financing».
Una simple ojeada a este listado es reveladora de que estas instituciones ofrecen tal gama de servicios a la empresa que su relación con ellas no puede ni debe ser eludida habiendo venido a completar un ciclo de atención financiera que la banca tradicional comercial tenía pocas posibilidades de prestar. Respecto a su financiación, diremos que procede de varias fuentes: los recursos propios con que se constituyeron o han generado a lo largo de su funcionamiento; los que captan a través de Ja organización del banco comercial a que están vinculados; los obtenidos a través de las emisiones de empréstitos especiales; los obtenidos por la emisión de certificados de depósito; los que les reportan otros mercados, etc.
Para terminar, y en línea con la lista de servicios que ha sido citada, es preciso hacer constar que la relación fluida entre empresa e intermediario financiero contribuye a agilizar la operación de crédito puro. Cada día está más lejana la visión simplista del empresario que acude a su banquero sólo en caso de extremada necesidad de recursos financieros, probablemente, cuando el enderezamiento de la empresa no es posible. Frente a esta actitud extrema, la de la empresa que plantea con independencia de criterio y autonomía en la decisión sus operaciones productivas y de negocio, con la vista puesta en la obtención de la máxima rentabilidad y valor de la firma, pero implementando una serie de relaciones naturales con varias entidades, con las que reparte todas sus operaciones activas y pasivas, y en las que se apoya para el buen fin de otras operaciones no directamente ligadas a su negocio específico, pero que en un momento de su vida tienen a través del conocimiento que ofrecen estas instituciones el cauce adecuado para materializar rentabilidad en las actividades atípicas que siempre se presentan en la vida de las empresas.
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