El Mercado Alternativo Bursátil (MAB) era hasta hace una año una buena alternativa a la financiación bancaria para las pymes. Sin embargo, todo cambió el 14 de Julio de 2014 con la caída de Gowex, tres días después del demoledor informe de Gotham City Research, donde se aseguraba que el 90% de los ingresos de la compañía eran falsos, y que la empresa valía cero. Poco después su presidente, Jenaro García, presento su dimisión y terminó por reconocer que las cifras se habían falseado al menos durante los últimos cuatro ejercicios.
A raíz de este hecho, la desconfianza comenzó a reinar en el MAB, desconfianza extensible no sólo hacia las empresas, sino también hacia los supervisores. En buena lógica los inversores ya no se fían ante el temor de que su dinero quede atrapado nuevamente.
Para superar esta situación, además de conocer bien la empresa en la que se va a invertir, es necesario realizar modificaciones en la actual ley impositiva para introducir fuertes incentivos fiscales que desatasquen la asfixia financiera en la que muchas pymes se encuentran en la actualidad.
La actuación de la Justicia tampoco está ayudando en este sentido: así, vemos como escándalos contables como los protagonizados por Jenaro García en Gowex, Fernández de Sousa en Pescanova, o Blesa y Rato en Bankia permanecen en una suerte de limbo administrativo in sécula seculórum, a diferencia de lo que sucede otros países donde los responsables ya estarían procesados y en la cárcel desde hace tiempo. Normalmente los mercados suelen castigar mucho más este último aspecto relacionado con el funcionamiento de la Justicia, que el relacionado con el riesgo asociado a la inversión en una empresa tecnológica o de creación reciente.
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